Columna de Opinión

Sport Vega Baja, en su interés por servir de medio transmisor de ideas sobre el deporte, contribuir a divulgar diferentes puntos de vista y abordar nuevos campos relacionados con el mismo, ofrecerá periódicamente a profesionales vinculados a la actividad deportiva la posibilidad de ofrecer su opinión.

'Las instalaciones deportivas'. Por Miguel Ángel Robles

Me sorprendió hace unos días Antonio Peñalver con su llamada. Me informaba de que nacía un nuevo medio dedicado al deporte

y de que él era el alma mater. Dos felices circunstancias; una, porque pocas personas conozco con tantos y tan variados conocimientos sobre la materia; es, digámoslo claramente, un erudito de profundos y desconcertantes saberes con publicaciones muy valiosas. La otra, porque el propósito (fomentar el deporte) forma parte de mi vida personal y profesional. Que desee mi colaboración me llena de orgullo y perplejidad, indica que confía en que mis ideas pueden ser de interés general o, más certeramente, que tiene un punto de insensatez o atrevimiento que mucho conviene al proyecto que se pone en marcha.

Como estamos empezando, lo primero es poner los cimientos, y estos en el caso del deporte pasan por tener dónde practicarlo. He pasado unos días en Alcobendas, Madrid, acompañando a mi hijo en un curso de fútbol y he visto y utilizado con envidia unas instalaciones ejemplares que están en el polo opuesto de lo que tenemos en Orihuela.  Por eso quiero hablar de infraestructuras y de la importancia de su adecuada planificación.

La época de vacas gordas hizo que muchos municipios derrocharan el dinero en instalaciones grandiosas inviables y ahora se están pagando las consecuencias, algunos, como Calviá,  construyeron hasta cuatro piscinas cubiertas que, en estos momentos, son inasumibles y están cerradas o en vías de clausurarse. Nosotros, sin embargo, dejamos pasar la gallina de los huevos de oro cuando el dinero entraba a espuertas en las arcas del ayuntamiento sin aprovechar para crear una correcta red de servicios deportivos, a pesar de tener las bases para ello. Fue pura y simple burricie política.

Desde mi lejana etapa de concejal de deportes vengo sosteniendo que la planificación deportiva pasa por integrar la gestión urbanística, cultural y docente dentro del sistema para, de ese modo, construir espacios polivalentes que den servicios de alta calidad y ahorren suelo público. Además, esa oferta no debe ser rival de la privada, sino sinérgica. Está demostrado que una buena política deportiva estimula la creación de negocios y empresas en el sector del ocio donde el deporte es protagonista principal.

La propuesta que hice en su día y que sigue, con los lógicos cambios, vigente, pasaba por generar un entorno  central de alto impacto con instalaciones de gran capacidad y tecnificación, lo que normalmente se denomina ciudad deportiva. Ahí se focaliza la actividad de competición y entrenamiento de nivel, junto con una concepción de usos familiar, de modo que forme parte del paisaje urbano, física y emocionalmente; debe estar por tanto dentro de la ciudad. Aunque OCIOPÍA  ocupa el espacio original destinado, es posible su ejecución a partir de la piscina cubierta, lo que haría aumentar el uso de esta y potenciaría la decaída zona comercial. Aprovechando el suelo que suman el parque de las Espeñetas, el amortizado campo de fútbol actual y las zonas de construcción paralizadas, nos cabe la ciudad del fútbol con “el nuevo Los Arcos”, que tendría, seguro, un público entusiasta como es el del Rabaloche sin perder la unidad espacial que nace del Palacio del Agua. Los campos, dejémonos de  romanticismos, deben ser todos de césped artificial, para garantizar una utilización intensiva y unos costes de mantenimiento mínimos.

Pero la ciudad deportiva o del deporte, es sólo la piedra angular. A partir de este hito hemos de considerar fundamentalmente los colegios e institutos como puntos de deporte para todos y construir las instalaciones más allá del estricto uso escolar, entendiendo que, así concebidas, mejorarían el servicio docente y, finalizado este, se convierten en lugares para desarrollo de las escuelas deportivas, entrenamiento de clubes, atención a sectores  desfavorecidos y aficionados en general. La construcción, insisto, tiene que ser bajo estrictos parámetros de calidad, y no vale el tan irresponsable: ¡que hagan algo donde sea, pero que hagan algo! Eso es tirar el dinero, sin más. ¿Qué razón hay para no tener campos de fútbol 7 de hierba artificial en un centro escolar o pabellones deportivos multiusos? Las instalaciones así concebidas satisfarían las necesidades barrios y pedanías, acercan el deporte, mejoran la calidad de la enseñanza y evitan la duplicidad de espacios de baja tecnificación como los que tenemos en nuestro  municipio. Su uso intensivo está garantizado, vertebrarían la ciudad y ayudarían a eliminar el aburrimiento de nuestros niños y jóvenes. Y el costo final de construcción y mantenimiento sería mucho menor. Desde la mañana hasta la noche estarían llenas de gente que tendría el deporte como una actividad cotidiana y cercana. Pensémoslo.

 

MIGUEL ÁNGEL ROBLES MARTÍNEZ
Licenciado en Educación Física y ex concejal de Deportes de Orihuela

 

Modificado por última vez en Lunes, 18 Noviembre 2013 22:58
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